Hoy no escribo para los que tienen nombre; no escribo para recordar a los conocidos. No escribo para documentar algún hecho conocido. No escribo de quiénes fueron los encargados y brazos ejecutores de los compañeros caídos o desaparecidos.
Hoy escribo para los que teniendo nombre nos es desconocido. Para aquellos que ofrendaron con su esfuerzo, energía, desinterés libre de todos los egoísmos, su propia vida en la construcción de una sociedad libre de toda opresión y explotación sin esperar ni siquiera que se les reconociera su ardua jornada de trabajo y su sacrificio. A los que teniendo nombre nos lo es desconocido, hasta para la propia familia. A los que cayeron y cuyos restos descansan en fosas comunes o anónimas, bajo tierra o en el mar. No en nombre de los desaparecidos cuyos nombres nos son conocidos, sino de aquellos no registrados y que son del todo desconocidos, aunque no por ello dejan de ser una realidad.
Escribo en nombre de los sacrificados, de los mártires cuyo nombre y apellido nos fue velado por las características propias de una lucha revolucionaria sin cuartel ni clemencia para los que se atrevieron a apostar por salidas radicales al problema de la miseria y opresión de nuestro pueblo. De aquellos que en su momento no fueron reivindicados por sus órganos de dirección por creerse en aquella época que lo más correcto y racional era mantener su anonimato y que hoy en día mantenerlo sólo sería consecuencia de una hipocresía y el encubrimiento de errores y deficiencias. ¿Cuántas organizaciones revolucionarias en nuestro país no tienen en sus filas héroes anónimos que sólo exigían, sin solicitar nada a cambio, que los dejaran trabajar al lado de los más humildes?
Hoy voy a escribir sobre los compas “Pancho” y “Julián” caídos en combate en 1987 al intentar recuperar recursos económicos para el proyecto revolucionario.
Los años de 1980 a 1987 fueron para “Julián”
A nivel regional, se destacó como uno de los elementos más claros, con una visión estratégica de conformación de un proyecto integral. Comenzó a abandonar la vida pública y los actos políticos. También aprovechó los periodos vacacionales para fortalecer su formación académica superior. Destacó por su capacidad política como dirigente estudiantil, llegando a permanecer por mucho tiempo en los principales órganos de gobierno de su escuela, donde combatió polemizando las ideas atrasadas, oportunistas y ortodoxas existentes en aquella época en el medio. Sin embargo, no era un “radical virulento” pues sostuvo el diálogo como instrumento de debate, por ello lo vimos sostener posiciones conciliadoras, firmes e incluso autoritarias. Su estiló garantizó la adhesión de quienes convivieron con él cotidianamente.
Dentro de su estructura regional fue el más firme en impulsar la combinación del desarrollo político con la creación de un modesto aparato militar. Por ello su instancia organizativa comenzó una serie de relaciones con otros organismos regionales con la finalidad de avanzar en la unidad de acción con los mismos y redefinir el proyecto interno. Intentaron conseguir armas pero sólo consiguieron algunas cuantas de mala calidad, sin embargo ello no minó su decisión de formar un pequeño equipo que, entre otras cosas, tuvo la tarea de acondicionar físicamente a sus miembros como primer paso a la preparación de otras formas de lucha.
Es por esas fechas que “Julián” y su núcleo de trabajo entabló contacto con el Movimiento de Acción Revolucionaria, a través de las relaciones existentes entre los diversos sobrevivientes de grupos revolucionarios de los setenta. Incorporados al proceso de unidad (cuadrilatera más tarde denominado tri) decidieron conscientemente formar parte de la organización político militar nacional que a principios de los ochenta se había definido dentro de las filas del MAR.
“Julián” se incorpora a diversas tareas políticas y militares. A “nivel abierto” es un ciudadano común, un profesionista responsable en su trabajo, miembro de un status social de clase media; clandestinamente comienza a especializarse en los equipos de recuperación económica. Al poco tiempo llegó a ocupar los primeros lugares en el manejo de armas y tiro, convirtiéndose en uno de los cuadros operativos más efectivos de la organización.
Por esos tiempos nació su hijo. Quien lo conoció más de cerca ha señalado que era un hombre aparentemente hosco, autoritario, de temperamento fuerte, un tanto impulsivo, con una fuerte capacidad de decisión, ágil mentalmente; sin embargo, poco efusivo, puesto que a pesar de tener gran cariño por sus compañeros, la organización y su familia difícilmente exteriorizaba sus sentimientos.
“Pancho” nació en el año de 1966.
Durante la secundaria fue un muchacho muy inquieto y bromista. En primer año llegó a besar a la fuerza a algunas de sus compañeras y peleó continuamente con ellas.
En los siguientes años comenzó a dar sus primeros pasos en la participación política. Al tener una buena voz le valió que un maestro lo impulsara en el arte de la declamación. Bajo esta forma de expresión artística se presentó en muchas comunidades. Se incorporó a las actividades políticas propias de su escuela.
En 1981 terminó sus estudios secundarios e ingreso a la preparatoria donde, por sus inquietudes políticas manifestadas, fue invitado por un grupo de compañeros a estudiar en la Universidad Autónoma de Guerrero, donde existía por esas fechas un gran auge del movimiento estudiantil. La Universidad durante años había estado aceptando estudiantes de escasos recursos económicos con el fin de brindarles la oportunidad de lograr una carrera profesional e involucrarles en un proceso político-ideológico de formación que nutriera las filas del movimiento revolucionario en nuestro país.
En su primer año de preparatoria “Pancho” atendió sus estudios académicos y se involucró en el movimiento estudiantil universitario. Se integró a un grupo de música folklórica y recorrió gran parte de las comunidades de la región en apoyo a campañas políticas universitarias.
El segundo año lo perdió a consecuencia de problemas de salud, complicado con una decepción amorosa. Comenzó a dedicarse a otras actividades entre ellas a ejercer el oficio de auxiliar del jefe de taller de la universidad, donde tuvo algunas experiencias negativas pero que no tuvieron mayores problemas, como fue el destapar sin ningún cuidado el radiador de un automóvil con el motor caliente y el agua hirviendo le quemó pecho y hombros o cuando quiso acomodar una camioneta en la fosa de revisión mecánica y no le atinó.
En 1983 formalmente se incorporó al Movimiento de Acción Revolucionaria. Se integró a la escuela para continuar con el segundo año. Lo terminó con buenas calificaciones. Además, a través de un proceso electoral, se convirtió en Consejero Técnico Estudiantil.
En el tercer año de preparatoria fue encomendado a diversas tareas partidarias que cumplió con gran disciplina. En el sexto semestre promedio con diez sus estudios. Continuó atendiendo las tareas derivadas de su trabajo político estudiantil, además de las propias de la organización. También atendía la relación amorosa con su pareja.
Al siguiente ciclo escolar a instancias de la organización, se fue a otra región del país a comenzar sus estudios profesionales y a dedicarse a tareas exclusivas de la organización clandestina. Con gran facilidad para hacerse querer entabló un buen número de amistades.
En 1986 se adjudicó el pseudónimo con el que fue conocido dentro de la organización. Dejó sus estudios académicos para dedicarse de tiempo completo al trabajo de carácter cerrado (partidario), donde mostró un carácter personal alegre, optimista, era bromista con la mayor parte de los compañeros con los que convivió y se llevaba pesado con los de mayor confianza. Tenía un gran carisma para ganarse el cariño de la gente. Le preocupaba el destino de su familia. Llegó a tener, como todos los seres humanos, errores. Le gustaba la lectura, en sus últimos días de vida estaba leyendo “Cien Años de Soledad”, novela que dejó inconclusa debido a que la muerte lo sorprendió trágicamente el 9 de julio de 1987, a los veinte años de edad.
Ya como miembros de la organización “Pancho” y “Julián” participaron como delegados de su zona de trabajo en la Conferencia Nacional Interna celebrada los días 20 y 21 de febrero de 1987 donde se redefinió el carácter, estructura, línea política-militar y cambio de nombre de la organización, para agregarle al nombre original la fecha en que cayeran en combate contra las fuerzas armadas los dirigentes nacionales José Luis Martínez Pérez y Elín Santiago Muñoz: en adelante la organización adoptó el nombre de Movimiento de Acción Revolucionaria 9 de Abril.
La operación que acabó con sus vidas se realizó por órdenes de la instancia de dirección nacional del MAR-9 para la obtención de recursos económicos que le permitieran a la organización solucionar por más tiempo sus necesidades como organización revolucionaria. El objetivo, expropiar los fondos de una sucursal bancaria. El lugar fue seleccionado por reunir las siguientes ventajas: tener un monto elevado, tener una custodia inferior a nuestras capacidades, ubicación valida que permitía un dominio del terreno y una rápida vía de salida, contar con datos precisos sobre la rutina del lugar y conocimiento del personal.
La Comisión Militar se encargó de la investigación y traslado de personal y equipo a la zona de operaciones y empezaron las observaciones finales. Después de semanas de vigilancia se formaron tres equipos operativos. En el primero participaron “Julián”, “Pancho”, “Roberto”, “David” y como responsable de todo el equipo de acción directa “Rodolfo”. El segundo era el equipo de contención integrado por “Ramiro” (como responsable) y “Saúl”. Por último el tercero sólo formado por “Vicente” encargado de conducir el vehículo. A su vez, el equipo de acción directa se subdividió en dos. Uno encabezado por “Rodolfo” e integrado por “Julián” y “David” tenían el objetivo de reducir a los custodios y extraer el dinero. “Rodolfo” era el responsable de dar la orden para entrar en acción o detenerla en un momento dado si las circunstancias lo determinaban. Era el jefe operativo del comando. El segundo, bajo la responsabilidad de “Pancho” asistido por “Roberto” tenían como misión reducir al custodio del lugar y controlar a la gente del local, además de quitar los vehículos de escape. El objetivo del equipo de contención fue contener y repeler, en dado caso que llegaran las fuerzas de seguridad protegiendo la salida del equipo de acción directa.
Minutos antes de la operación “Pancho” y “Roberto” fueron recogidos por “Ramón”, mientras que “Vicente” y “David” pasaron por “Rodolfo”. Después juntos, con “Julián”, se trasladaron a la zona de operaciones. Para la hora acordada ya se encontraban en las posiciones previamente determinadas.
A las 12:30 horas llegó, tal cual lo venía haciendo anteriormente, la camioneta de valores llegó a dejar la remesa a la sucursal. Bajaron los dos custodios y entraron en el local. “Pancho” y “Roberto” entraron a su vez en el mismo. “David” y “Rodolfo” avanzaron por lados contrarios al establecimiento; “Julián” les señaló que únicamente viajaban en la camioneta dos custodios, los cuales se habían bajado.
Tras la entrada de los custodios al local, siguieron “Rodolfo” y “David”. Dentro del mismo hay un guardia armado. Intentan reducir al vigilante y los custodios. Uno de ellos se defiende y alcanza a sacar su arma. Los compas oportunamente los reducen y desarman, sin embargo se produce una detonación de pistola.
Lo que la Comisión Militar no sabía es que se habían reforzado en la zona los rondines policiales preventivos y judiciales debido a que en días anteriores se habían producido otros asaltos en una ciudad cercana. Al momento de producirse las detonaciones va pasando por la carretera cercana un convoy de la policía. Al oír los tiros, de una de las camionetas descendieron por atrás dos policías armados de AR 15 y de otra cuatro más armados de igual forma. En formación de abanico intentaron rodear al equipo de acción directa, objetivo que no logran completar gracias a la intervención del equipo de contención que abre fuego y los paró por un costado. El enfrentamiento se generalizó.
En forma simultánea a lo anterior, “Julián” y “David” salían del local junto con uno de los custodios para tratar de llegar al camión blindado. Es en esos momento cuando comenzaron a sentir el fuego de varios tiradores sobre ellos. “David” se parapetó junto a una camioneta tratando de cubrir a “Julián”, quien ya había obligado al custodio a abrir el camión de valores. “Rodolfo” revisaba el interior del local para evitar cualquier sorpresa y verificar que nadie llevara alguna arma. Mientras que “Pancho” y “Roberto” quitaban las llaves de las camionetas de escape.
“Rodolfo” salió y vio que en esos momentos el equipo de contención se encuentra enfrentándose con la policía. Instantes antes, en un descuido el custodio sorprende a “Julián”; forcejean, logra arrancarle el arma y abre fuego contra “Julián” que cae gravemente herido al penetrarle la bala en el cuello; se introduce en la camioneta blindada. “David” se percata de lo que acontece a su alrededor pero los acontecimientos se presentaron muy rápidamente y de momento no puede ayudar a “Julián”, pues al mismo tiempo se encuentra disparando contra los policías. Al ver caer a “Julián” y percatarse de las intenciones del custodio de encerrarse en la camioneta, “David” intentó impedirlo sin conseguirlo; por poco le cierra la puerta metálica con los dedos adentro. Abre entonces fuego contra la puerta de la camioneta sin conseguir nada. Regresa al lado de “Julián” e intenta darle los primeros auxilios. Trata de detener la hemorragia presente por la grave herida, pero no tiene a la mano ninguna medicina ni trapo alguno para evitar su desangre. Llegan con gran esfuerzo a la camioneta de huida en la que tenían acordado salir, pasan silbando las balas por doquier a las cuales se les unen las del custodio que logra encerrarse en el blindado.
La contención trató de defender lo mejor posible a los compañeros aunque también eran blanco de las balas disparadas por los agentes de la policía reforzados por el custodio que encerrado disparaba contra los guerrilleros urbanos.
“Rodolfo” al ver lo anterior da la orden de retirada. “Pancho” salió en medio de la lluvia de balas con las llaves de la camioneta de huida, a la cual suben todo el equipo militar de la directa con “Julián” herido. Sin embargo la camioneta no encendió por más intentos que hizo “Pancho”. “Rodolfo” ordenó el repliegue a la camioneta de contención. Al dirigirse al otro vehículo “Rodolfo” cayó herido por el impacto de una arma de fuego; se levantó para momentos después volver a caer herido por el impacto de otro proyectil, es en esos momentos que hieren a “Pancho” dentro de la camioneta de huida. Ambos jóvenes quedaron en la camioneta que no funcionó. “Rodolfo” tiene la suficiente fuerza para levantarse y, junto con “Roberto” llegar a la camioneta de la contención. “Ramiro” en gran medida les cubre la retirada, eliminando a un policía al que desarma. “Saúl”, “Ramiro”, “Rodolfo” y “Roberto” continuaron repeliendo a las fuerzas policiales. “David” solicitó a “Ramiro” que le ayude a sacar a los compas heridos y llevarlos a la camioneta de contención pero en el intento también “Ramiro” fue herido gravemente quedando en la caja de la camioneta que no funcionó, cuando intentaba junto con “David” sacar a los heridos; es en esos momentos, presintiendo su muerte cercana, que “Pancho” alcanzó a decirles: “yo hasta aquí llego, Patria o Muerte”, a los pocos instantes falleció. “Julián” le siguió, no alcanzó a decir nada y encontró la muerte en combate al lado de sus queridos compañeros. La herida en la cadera de “Ramiro” ya no le permitió ponerse de pie.
En esos momentos se presentó una confusión. La camioneta de contención salió a toda velocidad de la zona de enfrentamiento por la ruta de escape planeada pero dejó a “David” junto con “Ramiro” herido y los compañeros recién fallecidos. “David” al percatarse de ello, lejos de tratar de escapar intentó conseguir un transporte para sacar a todos los heridos. Corrió de costado sobre los mismos judiciales y policías con su pistola al lado y cruzó el cerco policial, quienes lo confundieron seguramente con uno de tantos mirones. Buscó el apoyo de “Josué”, otro compañero que estaba precisamente para un caso de emergencia, con la idea de que entre los dos sacaran a los caídos. “Josué” se negó a apoyarlo aduciendo cuestiones de legalidad del vehículo pero en esos momentos “Josué” y “David” se dan cuenta como la camioneta de contención con los compañeros penetran de nuevo el cerco policial e intentan heroicamente ir por los compañeros caídos.
Al ver que la camioneta de contención se alejaba, los policías pensaron que habían huido los “asaltantes” dejando tirados a sus heridos. Cuando se acercaban a los combatientes caídos creyendo que todo había acabado, por una de las bocacalles en sentido contrario a como se habían retirado regresaron los guerrilleros por sus compañeros. De inmediato, en un intento desesperado, trataron de recoger a todos los compas que les hacían falta. El tiroteo nuevamente se generalizó. Las municiones estaban a punto de agotarse. Ya había transcurrido más de veinte minutos y la policía continuaba recibiendo refuerzos. Amenazaban con cercar y aniquilar a todo el comando.
De la camioneta bajo “Roberto” protegido por el fuego de “Saúl” y “Rodolfo” (con dos impactos de bala en su cuerpo). Se percataron que “Ramiro” les hacía señales de vida con un pañuelo aunque no podía ponerse de pie. “Roberto” logró llegar a los compañeros y se percató de que “Pancho” y “Julián” habían muerto. Con grandes obstáculos logró llegar al lado de “Ramiro” y arrastrándolo pudo llevarlo con los demás compañeros que lo apoyaron para subirlo a la camioneta de contención. Casi sin parque y sin posibilidad de recuperar los cuerpos de sus jóvenes amigos muertos tuvieron que optar por abandonarlos y buscar refugio. Ya no pudieron hacer contacto con “David”.
“David” se dio cuenta cuando llegaron nuevamente los compañeros, sin embargo al encontrarse aproximadamente a 50 metros de distancia de los sucesos, por la intensidad del tiroteo y llevar sólo una pistola casi sin parque, ya no pudo hacer contacto con su comando para auxiliarlos. Todos los intentos por recuperar los cadáveres de “Julián” y “Pancho” resultaron infructuosos.
Por una decisión instintiva, aprovechando la confusión existente entre los diferentes cuerpos policiales y judiciales concentrados viendo hacia el local donde habían ocurrido el enfrentamiento, logró cruzar el cerco sin llamar la atención en compañía de “Josué”. Con escasos recursos, como pudo salió de la ciudad y se traslado a su zona de origen. Durante un tiempo la organización pensó que también había muerto en la operación o se encontraba en manos de la policía.
Los cadáveres de “Pancho” y “Julián” quedaron en manos de la policía quien trató de identificarlos. Sus familias no fueron enteradas y cuando se percataron no quisieron reclamarlos ante el temor de las represalias. “Julián” y “Pancho” fueron enterrados en una fosa común sin ser reivindicados por los órganos de dirección nacional del Movimiento de Acción Revolucionaria 9 de Abril.
La muerte de “Pancho” y “Julián” tuvieron mucha repercusión al interior de la organización. Por un lado, la militancia y los órganos de dirección intermedios cerraron filas en torno de la firme convicción de continuar en la lucha revolucionaria manteniendo la unidad de la Organización, lo que significó que las contradicciones existentes al interior se mantuvieran latentes en forma atenuada, mientras que la instancia superior de dirección justificó y fortaleció su conducción cada vez más liquidacionista. Sin embargo, al poco tiempo las voces criticas de los compañeros participantes en los sucesos relatados y de sus más cercanos colaboradores, así como de algunas instancias de dirección intermedia, con respecto a la necesidad de cambiar los objetivos militares por otros más de acuerdo a las características políticas existentes en el país; el cuestionamiento de la pobre preparación política y teórica que promovía la instancia superior con respecto al conjunto de la Organización, es decir, el menosprecio por el trabajo teórico; el diluir la estructura partidaria en la organización abierta utilizando el lenguaje “cívico” sobre el del conjunto de la Organización, es decir, abandonar los valores estratégicos de formación integral de todos los militantes evitando crear estructuras diferentes para los planos militar y político, que originaban la disolución de la instancia partidaria; el uso de los recursos no para fortalecer las instancias orgánicas de nuestro cuerpo sino para campañas electorales y diputaciones o senadurías que condenaron a muchos compañeros semi y profesionalizados a la pobreza y búsqueda de trabajos que permitieran la sobrevivencia de ellos y sus familias abandonando, por necesidad, sus puestos de combate, sólo fueron algunos temas que comenzaron a cuestionarse.
La inconformidad no se expresó organizadamente y aunque fue conocida por la instancia superior no fue difundida, violando las normas estatuarias democráticas existentes dentro del MAR-9. En vez de planificarse los mecanismos para iniciar un gran debate que era urgente dar con el fin de solucionar los graves problemas existentes, los que indudablemente terminarían cambiando la dirección nacional, se evitó difundir durante meses cualquier tipo de crítica. Las voces que se alzaron pronto fueron acalladas. Los compañeros que disintieron primero fueron separados de sus cargos y posteriormente expulsados sin notificación alguna; fueron desprestigiados ante sus compañeros más cercanos. “David”, “Vicente”, “Ramiro” y muchos otros cuadros militares, con muchos años de experiencia revolucionaria en sus espaldas, sufrieron ese camino. La principal instancia de dirección regional, la del Valle de México promotora de la reestructuración de la Organización a principios de los ochenta, fue disuelta y prácticamente expulsados, sin notificación ni juicio alguno, sus principales cuadros políticos, algunos sobrevivientes de las represiones de 1979 y 1981, viejos cuadros a los cuales se aisló para evitar que su ejemplo “contaminara” el camino liquidacionista elegido. Finalmente, sin oposición, la dirección nacional ya sin cuerpo orgánico, sin militancia que dirigir, incorporada a las estructuras de dirección nacional del Partido de la Revolución Democrática, unos desertando de los frentes de lucha popular y otros auto exiliándose al extranjero, logró entre 1990 y 1993 lo que las fuerzas de seguridad desde 1967 habían intentado sin éxito lograr: liquidar definitivamente el proyecto revolucionario impulsado bajo las siglas del Movimiento de Acción Revolucionaria.
[1] Datos tomados de “Esbozo Biográfico. Compañero Julián: ¡Presente!”, en Boletín Interno, MAR-9, No. 5, fotocopia, abril de 1990, México, pp. 23-25.
[2] Datos tomados de “Esbozo Biográfico. Compañero “Pancho” (1966-1987)”, en Boletín Interno, MAR-9, No. 6, fotocopia, abril de 1990, México, pp. 14-17.
[3] Comisión Militar, Informe Sobre los Acontecimientos del (... 9 de julio de 1987), mecanografiado, México, 1987.